martes, 2 de diciembre de 2014

PRD se refunda o se pulveriza

Joel Saucedo

El PRD se encuentra en la disyuntiva más difícil de su corta existencia, pues ha dejado de ser una oposición real para dejarle el camino libre a Morena, el naciente partido que podría cavar la tumba del perredismo.

Y es que se ha quedado sin figuras emblemáticas. Sólo ha tenido dos candidatos a la Presidencia de la República: Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, 1994 y 2000 y López Obrador en 2006 y 2012. Ambos están fuera de sus filas.

De los diez dirigentes que ha tenido, la mitad están fuera: Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Porfirio Muñoz Ledo, Rosario Robles y Leonel Cota Montaño; en el caso de la señora Robles, su salida se dio en medio de un escándalo de dimensiones inconmensurables.

Por si eso fuera poco, de sus cinco jefes de gobierno tres ya  no militan en las filas perredistas: Cárdenas, López Obrador y la propia Rosario Robles; los otros dos: Alejandro Encinas y Marcelo Ebrard, casi tienen los dos pies fuera.

Lo paradójico de todo esto, es que el actual jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, ni siquiera pertenece a ese instituto político y simpatiza abiertamente con el gobierno federal, a diferencia de todos sus antecesores que sostuvieron férreas discrepancias con el gobernante en turno.

¿Qué piensa hacer el PRD con miras a las elecciones federales de 2015 y en la siguiente elección presidencial de 2018? ¿Dará paso a una urgente refundación o dejará que el Movimiento de Regeneración Nacional le coma al mandado, como todo apunta que ocurrirá?

Además, falta ver quiénes más seguirán el camino de Cárdenas cuando no sean beneficiados con el reparto de candidaturas, como suele suceder cada proceso electoral, pues el esquema tribal sólo ha dejado saldos negativos.

Lejos de admitir su abierta responsabilidad, Jesús Ortega –cabeza de Nueva Izquierda- trasladó la culpa de la crisis que se vive en Guerrero a la federación, cuando fue su corriente la que impulsó a José Luis Abarca como alcalde de Iguala.

Ahora pretende que sea una comisión al interior del Partido de la Revolución Democrática la que investigue y detecte responsabilidades penales en quienes estén involucrados en la postulación de Abarca como candidato y que se proceda ante las autoridades judiciales.

Con esto, Ortega pretende culpar a Miguel Barbosa Huerta, actual presidente del Senado y en esa época coordinador de Nueva Izquierda a nivel nacional y responsable directo de decidir las candidaturas. Pero para nadie es ajeno que el verdadero líder de la corriente es el propio Chucho Ortega.

Al partido amarillo le urge entrar a un proceso de reflexión con miras a una refundación, con nuevos mecanismos de organización y selección de candidatos, manejo de recursos y la forma de hacer política, pues de lo contrario estará en la tesitura de cambiar o quedar pulverizado ante un electorado cada vez más exigente.

Twitter: @JoelSaucedo
http://jsaucedos.blogspot.com


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