Joel Saucedo
El
pasado viernes 12 de junio en las instalaciones de la Comisión de Derechos
Humanos del Distrito Federal, el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera fue
agredido por un grupo de jóvenes que recurrentemente han causado desmanes en el
Distrito Federal, varios de los cuales están o han pisado la cárcel.
Se
trata de los mismos anarquistas que el 1 de diciembre de 2012 destruyeron
mobiliario urbano y establecimientos comerciales en el Centro Histórico y Paseo
de la Reforma. Son los mismos que el pasado 10 de junio, agredieron a un grupo
de reporteros que solo hacían su trabajo.
¿Pero
quién permitió el acceso de ese grupo al salón Digna Ochoa de la Comisión de
Derechos Humanos? Pues nada más y nada menos que la presidenta del organismo
Perla Gómez. Lo admitió en rueda de prensa posterior al evento donde no pudo
emitir su mensaje el doctor Mancera.
Al
respecto vale la pena hacer dos señalamientos sobre el hecho. Primero, a la
responsable de cuidar los derechos humanos de los capitalinos, se le fue de las
manos preservar el derecho del jefe de gobierno de emitir su mensaje para el
cual fue invitado.
Sin
duda que Gómez Gallardo carece de oficio político, pues al invitar al grupo de
jóvenes rebeldes –mediante diversas redes sociales-, nunca calculó que pudieran
protestarle al gobernante capitalino.
Lo
peor de todo es que si se enteró de que habría expresiones de inconformidad,
dejó que éstas se manifestaran sin advertirle al mandatario. De ser cierto
esto, se traduciría en una trampa para el titular del Ejecutivo local, quien
sólo atinó a mostrar ecuanimidad y cederle el micrófono a Gisela Pérez de Acha.
Pero
no solo hay responsabilidad de la titular de la Comisión de Derechos Humanos y
de sus colaboradores, sino del personal de logística de Mancera, quienes
debieron haber previsto que habría muestras de rechazo a su presencia en la
ceremonia de rendición de cuentas.
¿Acaso
Mancera tiene improvisados en su equipo? ¿No saben actuar para prever acciones
negativas en contra del jefe de gobierno? ¿Están conscientes de que esa falta
de previsión puede poner en riesgo la integridad física del funcionario? Tal
parece que poco o nada les importa.
Digo
eso porque no es la primera vez que esto sucede. El pasado 15 de diciembre,
durante el informe de labores legislativas de la senadora perredista Dolores
Padierna Luna, Mancera también fue abucheado e insultado por el alza al pasaje
del Metro.
El
jefe de gobierno no habló ni dos minutos debido a la rechifla que se llevó por
parte de las huestes de la tribu Izquierda Democrática Nacional. Su líder René
Bejarano hizo intentos infructuosos de llamar a cerrar filas en favor del
mandatario, porque el daño ya estaba hecho.
Ambos
hechos son una llamada de atención para los colaboradores del gobierno de la
ciudad. ¿Hasta cuándo van a tomar cartas en el asunto? ¿Van a permitir que las
cosas lleguen a mayores? ¿Continuarán exponiendo al jefe de gobierno y con ello
la estabilidad del Distrito Federal? ¿Quién cuida a Mancera? Esa es la
pregunta.
El
Ejecutivo capitalino ya debió haber realizado los ajustes correspondientes; y
si no, es urgente que actúe.
Twitter:
@JoelSaucedo
saucedosj@yahoo.com.mx
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